Tal
vez sea ya muy tarde para decir “feliz año”, pero es una manera de facilitarme
el volver a escribir en mi preciado blog después de tanto tiempo.
Esta
vez escribo acerca de un tema que, al parecer, está cada vez más alejado de una
valoración estética positiva y que llega a generar cierta repulsión en las
generaciones más jóvenes, EL VELLO.
Es
sorprendente la cantidad de publicidad que nos muestra productos para deshacernos
del vello de nuestro cuerpo; y para las mujeres no es un tema nuevo, desde hace
muchos años sabemos que cualquier vello a la vista será reprochado y reflejará
una falta gravísima que afectará nuestro desarrollo social, afectivo y amoroso.
“Hasta
mediados de la segunda década del siglo XX apenas se habían visto mujeres con
los brazos descubiertos y la moda hasta entonces había hecho innecesaria la
eliminación de vello en las féminas.
Todo
se inició en mayo de 1915 a través de un anuncio gráfico que apareció publicado
en la revista Harper’s Bazaar, dirigida básicamente a lectoras de la
alta sociedad norteamericana. En él aparecía la fotografía de una joven,
con los brazos en alto y descubiertos, con el lema:
“La moda para el verano y el baile moderno se combinan
para hacer necesaria la eliminación del molesto vello”
Se
imponía la moda de llevar vestidos de tirantes y por lo cual las axilas
quedaban descubiertas; motivo que aprovechó un avispado comerciante para
anunciar unos polvos depilatorios. A partir de ahí, comenzaron a aparecer más
campañas y diferentes productos para imponer la depilación de las axilas entre
las mujeres.
Pero
eran tiempos en los que las faldas y vestidos se llevaban muy por debajo de las
rodillas, lo que hacía innecesario tener que depilarse las piernas.
No
fue hasta la Segunda Guerra Mundial en la que la escasez de medias de seda
dejaba al descubierto y sin disimular el vello en las piernas de muchas
mujeres. Si a esto le sumamos el auge en la moda de las “chicas pin-up” en
la que se comenzó a poner de moda esa estética, a través de la fotografía
realizada a la actriz Betty Grable y la cual fue un
importante desencadenante para que miles de mujeres quisieran imitarla.
Las
piernas quedaron al descubierto y surgió la necesidad de depilárselas. Desde
entonces hasta el día de hoy la industria ha ido evolucionando, siendo uno de
los sectores más potentes en el mercado y la publicidad.”
Lo
nuevo es que desde hace unos años, cuando el mercado de la belleza se empezó a
fijar en los hombres, han aumentado de forma importante este tipo de demandas
hacia ellos. Y aunque a muchos les molesta, pocos se atreven a decirlo, es
decir, ¿cómo es que de repente eres poco evolucionado por ser un hombre de pelo
en pecho? Además, ¿Cuántas horas en promedio tiene que invertir un hombre cuya
testosterona se haya salido un poco de control para cumplir con estándares que
ahora parecen básicos para el sexo opuesto?
Cada
vez más, los hombres son la diana de los dardos publicitarios que por mucho
tiempo se han dirigido sólo a las mujeres y esto hace que su auto-imagen autoestima
y seguridad se vean afectadas por presiones nuevas para ellos y demasiado
viejas para nosotras.
Es
claro que muchas de nuestras percepciones estéticas están dadas a partir de
cánones aceptados y fortalecidos socialmente, es decir, aunque no sepamos por
qué, el pelo simplemente nos parece feo y hasta desagradable. Pero a decir verdad, todos hemos sido víctimas de muy malos olores en axilas
sin un pelo a la vista, lo que quiere decir que la ausencia de vello no significa que una persona sea higiénica, sólo nos da esa percepción.
También
es claro que los estándares sociales son necesarios para nuestra funcionalidad
comunitaria y para poder convivir unos con otros, pero creo que darle tanto
poder al vello a la hora de determinar nuestras relaciones afectivas es
verdaderamente una desproporción.
Invito
a los hombres a que no pierdan sus opciones, como las hemos perdido nosotras.
Me refiero a que nosotras, cuando tenemos 12, 13 ó 14 años no nos preguntamos
si nos afeitaremos o no, simplemente sabemos que tenemos que hacerlo, por el
contrario, a ustedes les queda algo de poder de decisión: quien quiera
afeitarse que lo haga y quien no, pues que sea un “hombre de pelo pecho, hombre de dicho y hecho”.